viernes, 5 de agosto de 2016

Contigo adentro

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¡Cómo me derramo cuando entras pleno y profundo dentro de mi humedad! El solo pensarte hace que un cosquilleo me posea entre las piernas y mi cuerpo se estremezca en un vaivén sofocantemente delicioso. Se llenan mis ojos de los recuerdos de nuestros cuerpos entrelazados en guerra erótica, tan brutal y agonizante que me puede y domina. Tú encima, atacándome sin tregua, con lentitud tortuosa. Yo encima, montándote con furor, hasta que se me brotan los gritos de las corridas tan sabrosas que me provocas. Te bautizo con mi agua bendita mientras se me escapan improperios que te suspiro a gritos en tu oίdo. ¡Enloquezco cuando me agarras para enterrarte más aún en mi orgasmo dedicado a tu hermosa erección! Te quiero adentro, muy adentro, hasta que no podamos separarnos jamás, hasta mi infinito, recibiéndote irracional, animal, sin escrúpulos, con el abandono de la entrega descabellada que te cierra aún más los ojos para sentirme toda, sin inhibiciones ni fronteras. Te quiero adentro, mojando la piel de tu dureza hasta sacarte la miel que derramas por mί. Te quiero adentro, una y otra vez, arrebatandome la lógica para sembrar solo tu pasión que me tiene desquiciada y perdida en ti. Allί adentro, en el agujero que te gusta corroer y hurgar hasta encontrar la cúspide del placer, allί te necesito con hambre y sed infinitas. Contigo adentro vivirίa dίa y noche, sin descanso, hasta hacerte incinerar para quemarme yo en esas llamas gloriosas de nuestra lujuria implacable hasta que perdamos el sentido.

Métete en mί...




1827 - 1906
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jueves, 4 de agosto de 2016

¡Cómeme!



Así, así como lo haces, así como me enloquece tu recorrido lascivo en las partes que ni yo me he visto jamás. Asi, así como metes tu lengua traviesa y curiosa en mis pliegues; así como sacas mis jugos desde lo más profundo de mi deseo por ti. Así, así como me arrebatas sin razón y sin peros, furtivo e indecente, perdida toda tu vergüenza porque te controla tu dureza viril como mástil erguido ante la tempestad, sin echarse atrás. Así, así como sabes hacerlo, como aprendiste tan presto y aplicado a lamerme y degustarme mis pezones sedientos de tu boca impía. Así, así como me succionas la lengua y muerdes mis labios con tu intención malévola mientras me suspiras tu aliento en mi boca sin que pueda decir yo palabra alguna más que las maldiciones que lanzo al aire ante la tortura del embriagador placer que me causas. Así, así como exploras mi botón oscuro y prohibido por dentro y por fuera con tu boca hambrienta y soez. Así, así como lo espero yo y como lo quieres tú, siempre.
Así...
Así…
¡Cómeme!




Photo credit: www.freedigitalphotos.net




miércoles, 7 de octubre de 2015

A tu merced


Abriste la puerta de repente. Sabía que vendrías y te esperaba. Ya me habías dicho las ganas que tenías de devorarme y me habías dado instrucciones; que te esperara con la puerta abierta, semidesnuda, de rodillas y con una venda en mis ojos. Te escuché venir, confiada de que eras tú pero con el temor de que podría también ser un extraño. No me moví al escuchar tus pasos acercarse pero mi corazón latía con fuerza. ¿Y si no eras realmente tú? ¿Y si me traías a un batallón para hacerme las cosas sucias que me querías hacer tú? Estaba completamente a tu merced.


Sin decir palabra, comenzaste a toquetearme. No podía anticipar tus movimientos, a ciegas sentía tus manos recorrerme entera con violencia. De un tirón me quitaste la ropa que escaseaba en mi cuerpo y dejé escapar un gemido. Mi piel expuesta tiritaba mientras me lamías, mordías y chupabas cada rincón de carne que encontrabas a tu paso. Así de rodillas me tenías, abusando de mí. Soezmente metiste tus dedos en mi boca y la abriste para meter tu miembro duro en mi garganta hasta que me quitaste el aire. Succioné con hambre cada golpe hasta que dejaste salir una maldición. De repente, me levantaste y tiraste a la cama para meter tu boca en mi sexo mojado hasta que estallé una y otra vez en tu cara. Así, de un jalón me pusiste en cuatro y entraste brutalmente en mí, dándomelo todo, tirando de mi cabello con fuerza para hacerme obedecer. Me dejaste para nuevamente meter tu dedo en mi boca para obligarme a abrirla y continuaste tu azote hasta derramar tu ira cremosa y caliente en mis labios. Saboreé cada pulsación y cada gota viscosa y dulce hasta que se calmó la bestia en ti. Antes de que me quitara la venda de los ojos, te fuiste sin decir palabra. ¿Eras realmente tú?

miércoles, 22 de julio de 2015

Cuando comes mi boca

Me comes la boca, vorazmente, como si fuera tu último bocado o el primero. Pruebas mis suspiros que salen cuando jadeante cortas mi respiración con tus besos violentos, totales, implacables, que se devoran mi saliva, mi lengua y mis labios hinchados. Recorres cada recoveco de mis besos, los cuales te devuelvo sin pensar. Tu boca tan suave y mojada cubre la mía, la escarba y explora con devoción mientras plantas tu lengua en mi lengua hambrienta y curiosa. Dejo escapar un quejido cuando masticas mis labios y yo los tuyos, arrancándome convulsiones que nacen desde mi centro ardiente que se incinera más con cada lamida que me das. Acaricias mi boca con la tuya, espetándome tus suspiros en mi aliento mientras absorbes los míos los cuales intentan devolverme mi aire que te has fumado en cada beso. Me aprisionas con tu cuerpo mostrándome la evidencia de tu lascivia para azotarme otra vez en una embestida de gemidos entrecortados en mi boca hasta que desfallezco y me doy por vencida, pero solo por un instante. Cuando sonríes victorioso, me trago tu risa en un ataque violento a tu boca perversa, poseyéndola con altivez. “Me encanta el sabor de tu boca”, me dices con voz ronca mientras me halas con fuerza hacia ti para continuar tu paso huracanado por mi cuerpo. Terminas en mi boca luego de tragarte hasta la última gota de mi pasión pulsante y mojada, mientras me das a probar mi néctar mezclado con tu saliva, los cuales bebo insaciable. “Viviría para besarte”, me dices. “Yo te dejaría”, respondo entre besos. 

Foto: www.freedigitalphotos.net

domingo, 13 de abril de 2014

¡Pruébame!

Painting: Eve by Anthony Christian
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Prueba mi fruta carnosa y llena de pulpa y miel, lista para derretirse en tu boca. Zigzaguéame con tu lengua serpentina y hazla entrar en mi cavidad palpitante y suplicante de ti. Lléname los ojos de tu mirada furtiva mientras comes mi centro abierto para que disfrutes el festín que te ofrezco. Mírala hincharse de deseo para arroparte entero cuando entres con fuerza empujándote hasta lo más recóndito de mi lujuria. Déjate llevar por el aroma que sale de mi lascivia mientras acaricias tu cara en mi labia mojada y engordecida, y mi clítoris erecto, doliente por encontrar tu boca que lo succiona y lo presiona enviando oleadas de magma a cada rincón de mi cuerpo. Acaricia mi entrepierna con destreza mientras muevo mis caderas al vaivén de tus manos humedeciéndose con la pasión que sale inevitable de mi ardiente sexo. Lleva tus manos a tu boca y a la mía para limpiarlas y probar de este elixir que devoras feroz. Mete tus dedos en mí para sacarme los orgasmos que te guardo y te regalo en gritos y pulsaciones de riachuelos que salen a tu encuentro. Bebe de mí sorbo a sorbo comiéndote cada palpitar, cada marejada, cada grito que me arrancas desde lo más profundo de mi ser. Tócamela como siempre y como nunca has tocado a nadie. Tócamela y poséela porque es tuya.

domingo, 23 de febrero de 2014

ORGASMOS AL TANGO

freedigitalphotos.net

Lo vi a través de la bruma de la noche, en el estudio de baile en el cual practicaba. Allí estaba ensimismado en sus pensamientos, dictándole a su cuerpo la próxima pieza musical que bailaría. Movía sus caderas tenuemente, casi de manera imperceptible y yo lo miraba sin que él me viera, estudiándolo como leona a la gacela; él tentándome sin saberlo con su ingenua ausencia a su entorno. Sigilosamente me le acerqué sin que él se diera cuenta. Lo seguí con la mirada mientras mi boca se hacía agua al igual que mi entrepierna. Mordí mis labios saboreándome temprano el momento de mi victoria sobre él, el momento en el que acecharía y pondría mis manos, mis uñas, mi lengua y mis dientes sobre su piel sutilmente cubierta por el rocío de su sudor. Sentí cómo se me hinchaba el sexo, cosquilleándome de doloroso placer por la lujuria de tenerlo que se agrandaba más y más con cada paso. Finalmente lo sorprendí en un susto callado que hizo temblar su cuerpo y abruptamente poner su mirada sobre mí. Vio en mi mirada que quería el abrazo de su baile, el baile que comenzaría con la ropa puesta y terminaría con los dos en el infierno de ser uno, él dentro de mí y yo estallando incesantemente en él, sin compasión. Comenzamos a mover nuestros cuerpos con las miradas clavadas en nuestros ojos los cuales veían más allá de la música. Soezmente, le recorrí el cuerpo con mis dedos hasta que toqué la protuberancia de su pantalón hinchado y dejó salir un gemido como si le doliera el alma. Le apreté su erección fuertemente para que supiera que a eso venía y que lo quería ahora. Me atacó salvajemente, halándome el pelo y clavando su boca en la mía, mientras me rasgó el vestido con la desesperada impaciencia del deseo que ya no podía contener. Se comió mis senos con hambre siniestra, mordió mi piel en su descenso hacia mi fruta jugosa y me merendó con ansias hasta que me derramé en su cara. Con una sonrisa mojada de mí, me miró desde mi entrepierna y subió de súbito para mostrarme su filosa arma carnosa y dura, la cual metí a mi boca para tragarme hasta el último centímetro de su ser. Sus gruñidos y maldiciones me hicieron degustar su miembro duro aún más hasta que tiró de mi pelo para arrancarse de mi boca solo para ponerme en posición que le permitiera entrar en mí sin piedad. Su entrada fue gloriosa y cada golpe me hacía estallar en centellas mojadas que lo recorrían todo, como tributarios de un riachuelo sin cauce en su piel. Intercambiamos todos nuestros fluidos en besos, mordidas, mis corridas y la de él y unimos nuestras voces en los gritos del clímax al que llegamos juntos. Al ritmo de nuestra respiración agitada tocaba el tango. Y al ritmo del tango sucumbimos al éxtasis.

sábado, 25 de enero de 2014

Orgasmo a ciegas



 
 
Llegó y formamos conversación trivial; que si el clima, su vida, la mía y todo lo que había pasado desde la última vez que hablamos. Yo estaba preparada para seducirlo a pesar de que él ya me había dicho lo que quería: idolatrarme como diosa divina, verme en medias que cubrieran mis piernas y llegaran hasta mis caderas, encontrarme con calzado sexy y que fuera reina en su cara. Cuando llegó estaba como lo recordaba; alto y fornido, con su sonrisa exacta de siempre y los ojos verdes brillando como el sol de afuera haciendo contraste con su cabello azabache. Planifiqué todas las tácticas para desarmarlo aún más de lo que estaba. Sabía que yo era su dueña, que se moría por tenerme; pero yo quería más. Quería que se muriera por mí, que suplicara por más, que de una vez y por todas supiera que no habría jamás otra que lo llevara al éxtasis como yo. Quería ser eterna en su mente y en su cuerpo tatuado de mi pasión y engravado de mis besos, mis uñas y mis dientes.

Comencé a tocarlo suavemente para despertar su piel. Le rocé con mi cuerpo haciéndolo despertar y gemir cada vez que me sentía acercarme a él. Enterré mis dedos en su piel a través de su ropa antes de meter mis manos bajo su camisa. En su pecho fuerte pude sentir la dureza de sus pezones los cuales pellizqué a la vez que él dejaba salir un gemido lastimero y profundo. Continuamos danzando nuestros cuerpos con erotismo y sentía las pulsaciones de su pene erecto el cual intentaba enterrarme a través de la ropa. Lo despojé de sus vestiduras lentamente, tan lento que se convirtió en una tortura que acrecentó su lujuria. Al deslizar su pantalón hacia abajo vi su miembro mirándome con intensidad y sentí deseos de tenerlo en mi boca. Le ordené que me quitara mi vestido rojo lo cual hizo con manos torpes y dedos temblorosos y al ver mi corset negro dejó escapar una maldición.


Le puse la venda en los ojos y lo tiré en mi cama. Luego de recorrerle el cuerpo con mi boca y mis manos le metí mi pie de improvisto en la boca. Al darse cuenta, lo agarró con fuerza y entre gemidos, lamidos, mordidas y chupadas se hartó del festín de mis dedos. Sin hablar y sin que él supiera lo que pasaría luego me le senté en la cara. Su sorpresa la expresó en maldiciones y alaridos mientras me comía toda al rítmico vaivén de mis caderas. Su lengua tropezaba con mi ropa interior la cual aún llevaba puesta y nunca me quité. Tuvo que lamerme y morderme a través de la tela suave y los encajes pero podía sentir su lengua intrépida mojándome la entrepierna y tratando de meterse entre mi ropa ya humedecida con mi excitación. Al bajarme de su rostro mojado de su saliva y mis jugos lo penetré con mis dedos mientras que con mi otra mano lo masturbaba. Sus rugidos y alaridos cortaban su respiración agitada mientras movía sus caderas para sentirme más. En un grito dejó salir su esencia blanca y espesa al temblor de su cuerpo entero. ¡Su orgasmo fue fuera de este mundo! Las pulsaciones en su pene y los tremores de su cuerpo murieron lentamente después de 10 minutos cuando sucumbió a su ensueño. Y la diosa sonrió y durmió con él.

miércoles, 10 de abril de 2013

Lloviendo sobre mojado

Bodyscape by Mike Crawley www.obsessionart.com
 
Ese olor a tierra mojada te trae a mí. Ese afrodisíaco aroma del lodo, mezclado con las yerbas mojadas y las rosas salpicadas de lluvia y rocío, me encienden la piel de tu recuerdo. Quiero revolcarme con el musgo frío y dejar que el aguacero se funda con lo mojado de mi vulva ardiente, a ver si se me enfrían un poco las ganas de tenerte hoy. Miro la lluvia caer desde adentro y me toco mi entrepierna suplicante mientras veo los riachuelos correr despavoridos así como salgo de mí en agua hirviendo de excitación recordándote. La lluvia me excita, me incita a dejarme llevar, prende fuego en mi labia y la hincha de recuerdos y lamidas de mis dedos curiosos que te piensan y te tatúan en mi humedad. El olor a fango se une con el olor de mi sexo y viajan por el aire, juntos en duelo erótico, danzando en cadencioso ritmo que vuela por los éteres para llegar a ti. Mi pensamiento se borra y mi cuerpo te desea con frenesí, con locura, con lluvia, con viento; como tempestad, buscando la pelea de nuestros cuerpos perdidos y ganados y olvidados y vencidos; muertos y desiertos, lánguidos y erectos, en dicotomía inconclusa como la lluvia y el suelo. Llueve y me nace el fuego entre las piernas que solo tú puedes apagar con tu corrida.

martes, 15 de enero de 2013

Tu castigo


Te castigaré sin piedad, cabalgándote como fiera indomable dominándote entero, comiendo tus carnes sudadas y olientes a lujuria y deseo antiguo, desde tiempos inmemorables. Me abriré ante ti para que veas mi gloria completa, en manjar ante tus ojos, para que se te vaya el aliento y se nuble tu mente con el deseo imparable que intentas aguantar. Meceré mis caderas para ti, y verás cómo te monto, cómo mi vagina sudorosa se traga a tu pene exaltado, grande y vigoroso en mi honor y para mí. Me escucharás gemir mientras me meso en tu falda y te doy a comer mi pecho; mis pezones duros y elevados a tu boca que me ataca violenta, intentando tragarte mis senos llenos y gloriosos a golpes con tu lengua que me hace gritar suspiros ahogados de placer.  Me arrodillaré delante de ti para comer mis jugos de tu firme erección que no esconde su deseo por más y te sentiré estremecer mientras te degusto cada milímetro de arriba a abajo. Comeré tus frutas colgantes y tan jugosas, mientras acaricio tu dureza hasta enloquecerte y mis ojos estarán plantados en los tuyos con descaro. Haré lo que quiera contigo y tú estarás a mi merced, vagabundo, pobre diablo, perdido y queriendo solo encontrar tu alivio, tu sustento y tu cobija dentro de mí. Te cabalgaré hasta llevarte al oasis de lamentos, chorros y palpitaciones al unísono hasta el silencio.

lunes, 7 de enero de 2013

Esperando


Se me sube la temperatura, me suda la piel, se me hace agua la boca, y se me hincha mi clítoris anticipando tu llegada y nuestro encuentro. Antes de que llegues, ya me habré tocado en tu nombre, estaré lista para ti, resbalosa y mojada como te gusta encontrarme cuando metes tu mano insolente en mi vulva hinchada de deseo. Vas a besarme como un loco desquiciado mientras me quitas la ropa lentamente, besándome cada espacio que quede expuesto a tu boca inquieta, atrevida y hambrienta. Halarás mi cabello en símbolo de dominancia y mis gemidos te alimentarán tu lujuria que ya no te cabe en tu pantalón. Te comerás mis pezones y me torturará tu lengua en ellos, enviándome oleadas de placer a mi centro que ya quiere tragarte y desgastarte. Me aferraré a tu cuello para no permitirte abandonar mi pecho, mientras mis dedos frotan la dureza de mi clítoris enfermo de ganas y lascivia por ti. Te daré a comer mis dedos llenos de mí, embarrados de la locura que me enciendes, envueltos en ese olor que sigues sediento. Abriré mis piernas para que comas y tragues de mí sin límites, hasta llenarte toda tu cara de mis pulsaciones que corren como río inundado. Insaciable, te daré mi yo más bajo y primitivo por horas hasta que caigamos rendidos sin consciencia para luego levantarte de tu ensueño y volver por más. 

Photo: Veronika 2 by Stephen Perry www.obsessionart.com